Flor Marchita
El sol se asomó, haciendo crujir la madera gastada del inservible puente que lleva a su casa, se levanto con desgano, no encontró a nadie cerca, salvo la vieja mesa, la sucia casa, el triste perro que recién se revuelca en su propia espalda como si quisiera sacudirse las pulgas de los problemas.
Le llamó, pero no obtuvo respuesta, revisó la cama del niño, estaba vacía, camino sin prisa hacia el patio, lo encontró hurgando en botellas vacías,
-Son para el agua- le contestó sonriendo, cuando la miró con la pregunta en el rostro, recordó entonces la excursión a buscar arañas, -Dónde estará?-se preguntó-Quizá salió a buscar trabajo- No habían tenido suerte los últimos meses, la comida se vació de a poco, y hasta el triste perro le miraba con sus ojos cargados de una estúpida alegría, mientras movía su cola ante sus movimientos, -No me mires así- le gritaba, pero el animal no entendía de pobreza y escasez, y solía disfrutar la mitad del pan que el niño siempre le compartía.
Regreso a la casucha, al quehacer cotidiano, lleno la cafetera, encendió la cocina, rebusco el café, no había más en el raspado recipiente donde lo guardaba, la incertidumbre le dominó, alcanzó la silla para sentarse, calmar la mente, respirar, sus ojos parecían abrirse escarbando en la situación, se fijo en las paredes, en la puerta que a veces sollozaba como niño recién nacido, hasta posarse en el papel que estaba sobre la mesa, entonces lo supo, estaba segura que era un mal presagio, tenía ese aroma a mala noticia, igual cuando vino el despido, el desalojo, sintio el olor a flor marchita de la frustración, sus dedos temblaron al tomar el papel, conocía la letra, apenas pudo contener el ahogado sollozo, cuando se topó de frente a su realidad, resumida en cinco letras…..Adiós.
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