sábado, 7 de abril de 2012

ARAÑAS

ARAÑAS.

La noche anterior apenas si había podido conciliar el sueño, su corazón y su espíritu estaban demasiado excitados -Quién puede dormir-se dijo, irían de excursión, él lo había prometido, y el niño sabía que siempre cumplía sus promesas, por eso, daba vueltas y vueltas en su cama, una y otra vez, de vez en cuando se incorporaba para revisar la respiración tranquila de ellos, -De seguro ya se durmieron- a veces se asomaba por la ventana sólo para comprobar que aún estaba oscuro- Sigue siendo de noche- murmuró.
La oscuridad y el silencio envolvían todo como si fuera una frazada, estiró la mano y acarició su cabeza, seguía ahí, le gustaba dormirse tocando a su triste perro, era su único amigo,  compañero de aventuras, quien escuchaba sus historias una y otra vez, todas las veces que quisiera contarlas, con la mirada cargada de alegría, igual cuando meneaba la cola ante el pedazo de pan que le compartía a diario.
El sueño se apoderó de él, y p0co a poco se fue quedando dormido, soñó que recorría un polvoriento camino, con una rama seca, escarbaba en busca de los anhelados huecos de arañas, seguido de su perro, que ladraba ante cada posible presa, sus risas cortaban el eco de los gruñidos y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Se despertó temprano,creyó ser el primero, pero la casa ya tenía un habitante menos, saltó de la cama, salió al patio, pensó encontrarle ahí, pero no estaba, había mucho silencio, más del acostumbrado, pero no pensó que esto fuera extraño, casi siempre él se iba con la salida del sol, ella se quedaba, a veces jugaban, otras la veía llorar, pero nunca la preguntaba la razón, descifraba silencios y entendía preguntas que nunca fueron hechas.
Regresó al cuarto y la miró, todavía dormía, al niño le pareció un ángel, aún cuando la tristeza marchitaba su belleza, mientras la veía quizó besar su frente, pero sintió que quizá despertaría si le sentía tan cerca, así que caminando de puntitas como si sus piecitos fueran gotas de rocío, salió del cuarto.
Siempre le trabataban con amor, a veces los escuchaba discutir -Cosas de gente grande- le decía a su perro, pero sabía que lo amaban, confiaba en ellos, y esa confianza le hacía rebuscar botellas vacías  , el día empezaba avanzar y las arañas se ocultaban con el calor del sol, de seguro hizo ruido y al darse cuenta la sintió cerca, mirándole con la pregunta en el rostro.
-Son para el agua- le contestó suponiendo que recordaría la excursión, de seguro lo hizo, porque regresó a la casa, talvéz  para buscar algo.
Tres, cuatro botellas le parecían suficiente, sólo faltaba un recipiente grande para guardarla, entró corriendo a la casa como una estampida de flores en verano, su risa se apagó cuando la miró sentada cerca de la mesa,estaba pálida casi como una luna llena, en sus manos tenía un papel, de pronto sintió el olor a flor marchita que se desprendía de ella, al acercarse, notó que su madre, parecía una  estatua de sal deshaciéndose, con su manita acarició su rostro, mientras la otra separaba sin mucho trabajo el papel que sostenía, no comprendía muy bien la palabra que formaban esas cinco letras, sus pensamientos se comprimieron cuando pudo pronunciarlas…Adiós.


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