miércoles, 21 de febrero de 2024

La decision de Yolanda.

 

I

El día amaneció cargado de viento, las nubes se pavonearon toda la mañana mientras las hojas verdes y cortas de los árboles cercanos hacían una danza extraña desordenando papeles y alborotado almas.

En la ciudad el frío sonreía con cada peatón, en las esquinas los indigentes y sus fieles compañeros se calentaban, las bocinas de los carros parecían orquestas de música decembrina y los chóferes de autobuses hacían caso omiso de los gritos de otros conductores al invadir carriles. En las tiendas, los descuentos apenas iniciaban pero ya las vendedoras diseñaban estrategias para ganarse la comisión más alta posible. En las fábricas se sacan cuentas del dinero que llegará demás y cuanto se comprará con el, muchos rezan para que alcance para todas sus deudas, otros ya lo tienen invertido en un proyecto nuevo como el pago de la  prima de una casa o terreno, quizá algunos buscan hoteles en Cartagena o México, y otros harán el abono del salón para una fiesta de casamiento o de quince años, otros sueñan con poder comprar un regalo a sus hijos y con eso se dan por bien servidos.

En las viejas oficinas del correo, Yolanda organiza papeles, la tarde transcurre lenta, afuera la vida se respira diferente, adentro, el olor de papeles viejos a veces le da alergia, ella lo presiente este diciembre será igual que todos, mientras piensa en eso, su celular vibra ante un mensaje nuevo; es miércoles; ella sabe que desde hace unos meses en el miércoles no falta el mensaje Hola ¿Como estas?

 

II

 

No se decide a contestar  de inmediato, de hacerlo podría parecer desesperada o desocupada y ninguna de las dos opciones le interesa, así que deja el mensaje abierto pero sigue en lo suyo, acomoda recibos de la década pasada, ignora porque debe hacerlo si ahora todo es digital, pero son políticas del negocio y ella es la encargada de cumplirlas.

Al filo de las 5 mientras cierra la oficina recoge sus cosas y se dirige a la salida contesta el mensaje "Todo bien y usted?" Enviar, todo es tan sencillo como enviar, el sol rosadonaranja la abraza al llegar  a su carro, modelo viejito pero de los buenos; regalo de su papá al salir de la universidad donde se graduó de archivística (carrera en la que aún no encuentra trabajo por eso lo del correo es pasajero) y al que ella cariñosamente llama "Rayo" en honor a la película Cars, a veces en su rayo se imagina recorriendo hermosos senderos aunque en la realidad nunca se ha alejado más de 40 kilómetros de su casa.

"Bien gracias" recibe de respuesta; seguido de ¿Qué hace?...vamos por un café?

Yolanda no sabe que contestar quiere ir pero no está segura, arranca el carro,  enciende la radio y la carretera se abre ante sus ojos como un mar de posibilidades.

Yolanda Silva, archivista, soltera, independiente, seguidora aficionada del fútbol, la música de banda y las películas de vampiros, alta, cabello cobrizo y liso como agujas, rostro limpio, sin lentes y de enormes pestañas, manos firmes con enredaderas de tatuajes en sus brazos y unas caderas anchas y suaves para mecer muchas noches de insomnio. Yolanda toma el teléfono y en un semáforo escribe "Vamos, nos vemos donde siempre"

 

III

El café era pequeño, acogedor y siempre tenía la misma playlist puesta, una mezcla de jazz y piezas contemporáneas que ya Yolanda sabía de memoria, su mesa era la de la esquina, justo al doblar para el sanitario y la cocina, pasaba desapercibida desde la entrada y eso era justamente lo que buscaba, estaba casi lleno cuando ella entró al ser las 6.15 pm,  le extraño al  no ser día de pago quincenal, pero lo achacó al ser el primer viernes de diciembre, se sentó dispuesta a esperar que el llegara.

No habían terminado bien la ultima vez que se vieron, habían discutido por lo mismo de siempre y que ya la tenía aburrida y cansada de lo mismo, llevaban varios meses saliendo pero todo era muy complicado, no parecían poder ponerse de acuerdo en lo que ambos querían y eso hacía que las cosas no fueran tan fáciles, se habían conocido cuando él fue a hacer un trámite en el correo y ella lo atendió, el trámite no dio resultado y se cruzaron de nuevo cuando él regreso a corregir la dirección, ya para este segundo encuentro él le pidió el número de teléfono en caso de que hubiera problemas de nuevo y ella se lo dio solo por si acaso, a partir de ahí una cosa llevo a la otra, salieron por un café, luego al cine, otra noche a cenar y antes de un mes fueron a la playa de escapada, fue ahí donde él le contó un poco de su vida, y ante esto ella empezó a dudar, lo mira en la puerta, saluda a la cajera con cordialidad, se acerca hasta ella y le saluda, hoy se ve particularmente bonito.

 

IV

 

Santiago Calero cruzó la puerta esperando que Yolanda hubiera llegado, saludó a Carmen la cajera quién había sido testigo de muchos romances cafeteros y la buscó al final del local, siempre que la veía le cantaba un pedacito de la canción de Milanés..."Esto no puede ser nomás que una canción quisiera fuera una declaración de amor" y ella sonreía alegremente porque sentía que por ése instante no importaba nada más que ellos dos.

¿Cómo estás? Pregunta Santiago al momento de sentarse, -Todo bien- contesta. Hablan de trivialidades hasta que Yolanda se atreve a preguntarle ¿Qué pensaste de lo que hablamos la otra vez? ¿Ya decidiste algo? Santiago la mira fijamente mientras toma sus manos, no quisiera darle una respuesta que ella no desea pero no tiene más remedio-Sí; ya lo pensé bien y por ahora no puedo; quizá más adelante las cosas cambien y pueda salirme de la casa en paz pero por ahora no es posible.

Yolanda retira lentamente las manos mientras se apresura a terminar su café - Las cosas no van a cambiar nunca y lo sabes, eso solo es para alargar una decisión- le cuestiona mientras empieza a recoger sus cosas - Te vas ya ? Pregunta Santiago. -Sí, es tarde y mañana hay que trabajar - Santiago se apresura a terminar para salir juntos, cancelan la cuenta y al llegar al carro, él le pregunta ¿Nos vemos el sábado? - No sé- contesta Yolanda - Yo te aviso- Santiago no quiere dejarla ir así, sabe que está molesta, así que juega su última carta mientras la abraza y acariciando su cabello le susurra - No te enojes las cosas van a cambiar ya lo verás, algún día podré salir de casa solo hay que esperar, te sigo por si ocupas algo? - Ella lo mira ojos café, cabello revuelto, barba cerrada, mirada transparente que no oculta mentiras, es un buen hombre, indeciso pero bueno, lo besa rápidamente mientras se suelta al decirle - No, tranquilo me voy sola.

 

 

V

 

El camino a casa se volvió pesado, él no eligió lo que le toco vivir y eso parecía que nadie podía entenderlo, Santiago pensó que quizá Yolanda lo entendería, de todas maneras tenían algunas similitudes en sus vidas, ella aún vivía con sus padres y eso significaba que la familia era muy importante para ella o al menos eso pensó él o quizá supuso que para ella  era sencillo comprender porque él debía de hacerse cargo de los dos hijos menores de edad de su hermana muerta y de la madre de ambos. Pero aunque a veces Yolanda parecía entenderlo en otras ocasiones no lo hacía y se comportaba de forma egoísta con él y con la situación. Jaime su sobrino mayor tenía catorce años y Pablo recién había cumplido once, Sara, su hermana tenía dos años de haber muerto en forma imprevista, en una situación que nadie ni imaginaba ni esperaba y doña Martha su madre ya tenía más de setenta años y una colección de medicamentos diarios que tomar, él era un conjunto de responsabilidades caminando y lo sabía muy bien, el papá de los sobrinos no existía ni en papel ni en la vida real, Sara había sido madre soltera y cuando ellos quedaron solos Santiago los adoptó como suyos, las cosas habían ido mejorando en casa porque al inicio, ante la ausencia de la madre y la incertidumbre del futuro Pablo y Jaime no sabrían que hacer, el mayor se encerró en sí mismo y durante meses no habló con nadie, fue ante el regalo de una iguana que su abuela le compro que Jaime empezó a conversar con ella en el patio mientras la ponía a llevar el sol y le daba hojitas de lechuga y poco a poco le contaba de la tristeza tan grande que había en su alma. Pablo el menor, empezó a salir mal en la escuela y a buscar pelea con todos sus compañeros, la frustración ante lo vivido quiso desviarlo del camino pero su tío Santiago lo inscribió en futbol y ahora tenía entrenamiento los martes y los jueves en la noche, partidos casi todos los sábados y su hermano Jaime se reunía con el club de ciencia los viernes así que Lunes y miércoles eran las únicas noches disponibles de Santiago y Yolanda pareció entenderlo al principio pero ahora quería otra cosa.

Estaciona el carro, aún es temprano, se asoma por la ventana de la sala, su madre está viendo las noticias, los sobrinos terminan algo en los cuadernos, abre la puerta y saluda cariñosamente a su realidad de vida, si pudiera talvez le gustaría que Yolanda esté ahí pero sabe bien que no es eso lo que ella quiere.

Doña Martha lo conoce demasiado bien y no quiere darle mas pesar porque eso omite preguntarle si todo esta bien , ella sabe que no es fácil para su hijo hacerse cargo de tanta responsabilidad y no solo por ella sino que Santiago paso en termino de dos años de ser un hombre soltero que salía a disfrutar con sus amigos todos los fines de semana a ser un encargado legal de dos menores de edad en un momento determinante en sus vidas, por eso antes de acostarse mientras revisa que los nietos hayan apagado los teléfonos como es debido pasa por el cuarto de su hijo y le murmura ´¨Todo estará bien hijo ya verᨴ Santiago lo agradece mientras ve el contacto de Yolanda en el celular y piensa si podrán encontrar un equilibrio para ambos.

 

VI

 

Yolanda llegó de mal humor a casa, no sabe cuanto tiempo más podrá estar así con Santiago, viéndose a ratos, cuando se pueda, cuando tengan oportunidad, cuando los compromisos de los sobrinos de Santiago lo permitan, no sabe si continuar juntos sea lo más conveniente, para él, ellos siempre serán una prioridad, enojada por esto, apenas saluda y se va a su cuarto, este diciembre estará de nuevo sola ya lo supone, no habrá quien la acompañe en la cena navideña donde toda su enorme familia estará, sospecha que Santiago se quedará en casa con sus sobrinos y eso le molesta enormemente.

Virginia su madre entra al cuarto con algo para que cene y mientras le pregunta por el día va asumiendo que se vío con Santiago y las cosas no resultaron como su hija deseaba. Yolanda vivía con sus padres, Virginia y Anselmo, sus cuatro hermanos ya se habían ido de casa y cada uno había iniciado su propia familia, solían llegar los domingos  a inundar la casa de los abuelos con los doce nietos que habían procreado, y Yolanda odiaba los domingos de ruidos en casa, solía imaginar su vida ideal en una casa sola al lado de Santiago sin nadie más que los molestara, pero ésa realidad estaba bien lejos de cumplirse, con los sobrinos y la madre de Santiago tan presentes en su vida, y si algo hay que admitir aquí es que Yolanda no se imaginaba acompañando a dos adolescentes en su transición a su vida adulta, no sabía si era egoísmo de su parte o no, solo que le daba mucho miedo tener que compartir el tiempo de Santiago con alguien más, un poco triste por esto se acuesta a descansar sin revisar siquiera si Santiago estaba en línea.

 

VII

 

Dejen que les cuente un poco más de Yolanda, ella no es egoísta, tampoco de malos sentimientos, es solo que siempre ha estado muy sola y se ha sentido terriblemente abandonada desde  pequeña, no sabe muy bien porque pero desde niña tubo temor de que nadie la quisiera, a pesar de que sus padres trataron de darle un hogar estable y bueno, Yolanda siempre sintió que ella  no era suficiente, y que talvez nunca nadie podría amarla como ella lo deseaba, su sueño fue construir un hogar con un hombre que la amara por encima de todas las demás personas o cosas, que estuviera dispuesto a hacer mucho por ella, que aguantara sus cambios de humor y sobre todo que la hiciera sentir que nunca se iría de su lado, sí, Yolanda era complicada pero no la juzguemos tan severamente a fin de cuentas que ser humano no desea amor incondicional para sí? Solo que en el camino de su vida, sufrió más de lo que hubiera querido, un amor inalcanzable de joven quien la miraba como su mejor amiga y nada más aunque ella estaba dispuesta a lo que fuera por él, un amor aprovechado un poco más grande, al cual le dio su vida entera y le pago deudas, doctores y demás, y quien la hizo sufrir como ella jamás lo imagino, un par de amores más adelante cuyo paso fue semejante al de una estrella fugaz y la dejo vacía y preguntándose por qué nadie quería estar con ella, hasta que llego Santiago,  el que enredaba direcciones, el que la llevo a la playa mientras escuchaban Bread y su música de los años 70 por todo el camino, quien le contó un poco de su historia de vida, de la ausencia de Alejandra su hermana que amaba tanto y de Pablo y Jaime quienes llegaron con una carga de responsabilidades bonitas y nuevas, Santiago que se dividía en muchas partes para poder cumplir con todo y a quien ella no quería compartir con nadie.

Ese era el problema, Yolanda quería iniciar una vida con Santiago, pero sin sus otras responsabilidades y ella se lo había planteado, - Vámonos a vivir juntos- le dijo un día que salían del cine. Él la miró pero no dijo nada, no entendió quizá que ella tenía miedo de perder lo único bueno que creía haber recibido de la vida

 

VIII

 

Pero bueno igual como les conté de Yolanda ahora sigue Santiago, cuando uno menciona a Santi (como le dicen los amigos) lo relaciona con fiesta, chistes, buen humor y parranda, su amor siempre fueron su madre, hermana y sobrinos, pero sus amigos también ocupaban un lugar importante en su vida, alegre, divertido, solía irse de fiesta todos los fines de semana, no solía tener amores fijos, no desde que descubrió que  la única mujer que había amado llevaba meses engañándolo hasta que el mismo la descubrió y no le quedó más remedio que aceptarlo, a partir de ahí las relaciones se convirtieron en citas ocasionales, hasta que conoció a Yolanda en el correo, una mañana cualquiera donde tenía que ir a enviar un paquete de la empresa donde trabajaba y le pareció agradable y dulce la mujer de cabello cobrizo y tatuajes en su brazo, en la segunda visita se decidió a pedirle su número de teléfono y lo demás solo se fue dando, Yolanda resultó una compañía esperanzadora, en medio de su día a día conversar con ella le resultaba reconfortante y Santiago agradecía tener con quien compartir otra realidad de vida.

Cuando Yolanda le propuso irse a vivir juntos, él supo que quizás no buscaban lo mismo, él no podía siquiera pensar en dejar a sus sobrinos a cargo de su madre, y tampoco quería, la verdad, Jaime y Pablo se habían convertido en una parte fundamental de su vida y disfrutaba mucho verlos hacer cosas que les gustaran como el futbol y sentía que si Alejandra su hermana pudiera verlo estaría muy orgulloso de él. No pudo decirle que no desde el principio así que solo fue postergando la noticia hasta que ella insistió tanto que el no tuvo más remedio que sincerarse.

Santiago lo sabía, ella podía ser egoísta pero era la mujer que él quería, a veces se sentía como un hámster corriendo en una rueda sin final.

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