I
El
día amaneció cargado de viento, las nubes se pavonearon toda la mañana mientras
las hojas verdes y cortas de los árboles cercanos hacían una danza extraña
desordenando papeles y alborotado almas.
En
la ciudad el frío sonreía con cada peatón, en las esquinas los indigentes y sus
fieles compañeros se calentaban, las bocinas de los carros parecían orquestas de
música decembrina y los chóferes de autobuses hacían caso omiso de los gritos
de otros conductores al invadir carriles. En las tiendas, los descuentos apenas
iniciaban pero ya las vendedoras diseñaban estrategias para ganarse la comisión
más alta posible. En las fábricas se sacan cuentas del dinero que llegará demás
y cuanto se comprará con el, muchos rezan para que alcance para todas sus
deudas, otros ya lo tienen invertido en un proyecto nuevo como el pago de
la prima de una casa o terreno, quizá
algunos buscan hoteles en Cartagena o México, y otros harán el abono del salón para
una fiesta de casamiento o de quince años, otros sueñan con poder comprar un
regalo a sus hijos y con eso se dan por bien servidos.
En
las viejas oficinas del correo, Yolanda organiza papeles, la tarde transcurre
lenta, afuera la vida se respira diferente, adentro, el olor de papeles viejos
a veces le da alergia, ella lo presiente este diciembre será igual que todos,
mientras piensa en eso, su celular vibra ante un mensaje nuevo; es miércoles;
ella sabe que desde hace unos meses en el miércoles no falta el mensaje Hola
¿Como estas?
II
No
se decide a contestar de inmediato, de
hacerlo podría parecer desesperada o desocupada y ninguna de las dos opciones
le interesa, así que deja el mensaje abierto pero sigue en lo suyo, acomoda
recibos de la década pasada, ignora porque debe hacerlo si ahora todo es
digital, pero son políticas del negocio y ella es la encargada de cumplirlas.
Al
filo de las 5 mientras cierra la oficina recoge sus cosas y se dirige a la
salida contesta el mensaje "Todo bien y usted?" Enviar, todo es tan
sencillo como enviar, el sol rosadonaranja la abraza al llegar a su carro, modelo viejito pero de los
buenos; regalo de su papá al salir de la universidad donde se graduó de
archivística (carrera en la que aún no encuentra trabajo por eso lo del correo
es pasajero) y al que ella cariñosamente llama "Rayo" en honor a la
película Cars, a veces en su rayo se imagina recorriendo hermosos senderos
aunque en la realidad nunca se ha alejado más de 40 kilómetros de su casa.
"Bien
gracias" recibe de respuesta; seguido de ¿Qué hace?...vamos por un café?
Yolanda
no sabe que contestar quiere ir pero no está segura, arranca el carro, enciende la radio y la carretera se abre ante
sus ojos como un mar de posibilidades.
Yolanda
Silva, archivista, soltera, independiente, seguidora aficionada del fútbol, la
música de banda y las películas de vampiros, alta, cabello cobrizo y liso como
agujas, rostro limpio, sin lentes y de enormes pestañas, manos firmes con
enredaderas de tatuajes en sus brazos y unas caderas anchas y suaves para mecer
muchas noches de insomnio. Yolanda toma el teléfono y en un semáforo escribe
"Vamos, nos vemos donde siempre"
III
El
café era pequeño, acogedor y siempre tenía la misma playlist puesta, una mezcla
de jazz y piezas contemporáneas que ya Yolanda sabía de memoria, su mesa era la
de la esquina, justo al doblar para el sanitario y la cocina, pasaba
desapercibida desde la entrada y eso era justamente lo que buscaba, estaba casi
lleno cuando ella entró al ser las 6.15 pm,
le extraño al no ser día de pago
quincenal, pero lo achacó al ser el primer viernes de diciembre, se sentó
dispuesta a esperar que el llegara.
No
habían terminado bien la ultima vez que se vieron, habían discutido por lo
mismo de siempre y que ya la tenía aburrida y cansada de lo mismo, llevaban
varios meses saliendo pero todo era muy complicado, no parecían poder ponerse
de acuerdo en lo que ambos querían y eso hacía que las cosas no fueran tan
fáciles, se habían conocido cuando él fue a hacer un trámite en el correo y
ella lo atendió, el trámite no dio resultado y se cruzaron de nuevo cuando él
regreso a corregir la dirección, ya para este segundo encuentro él le pidió el
número de teléfono en caso de que hubiera problemas de nuevo y ella se lo dio
solo por si acaso, a partir de ahí una cosa llevo a la otra, salieron por un
café, luego al cine, otra noche a cenar y antes de un mes fueron a la playa de
escapada, fue ahí donde él le contó un poco de su vida, y ante esto ella empezó
a dudar, lo mira en la puerta, saluda a la cajera con cordialidad, se acerca
hasta ella y le saluda, hoy se ve particularmente bonito.
IV
Santiago
Calero cruzó la puerta esperando que Yolanda hubiera llegado, saludó a Carmen
la cajera quién había sido testigo de muchos romances cafeteros y la buscó al
final del local, siempre que la veía le cantaba un pedacito de la canción de
Milanés..."Esto no puede ser nomás que una canción quisiera fuera una
declaración de amor" y ella sonreía alegremente porque sentía que por ése
instante no importaba nada más que ellos dos.
¿Cómo
estás? Pregunta Santiago al momento de sentarse, -Todo bien- contesta. Hablan
de trivialidades hasta que Yolanda se atreve a preguntarle ¿Qué pensaste de lo
que hablamos la otra vez? ¿Ya decidiste algo? Santiago la mira fijamente mientras
toma sus manos, no quisiera darle una respuesta que ella no desea pero no tiene
más remedio-Sí; ya lo pensé bien y por ahora no puedo; quizá más adelante las
cosas cambien y pueda salirme de la casa en paz pero por ahora no es posible.
Yolanda
retira lentamente las manos mientras se apresura a terminar su café - Las cosas
no van a cambiar nunca y lo sabes, eso solo es para alargar una decisión- le
cuestiona mientras empieza a recoger sus cosas - Te vas ya ? Pregunta Santiago.
-Sí, es tarde y mañana hay que trabajar - Santiago se apresura a terminar para
salir juntos, cancelan la cuenta y al llegar al carro, él le pregunta ¿Nos
vemos el sábado? - No sé- contesta Yolanda - Yo te aviso- Santiago no quiere
dejarla ir así, sabe que está molesta, así que juega su última carta mientras
la abraza y acariciando su cabello le susurra - No te enojes las cosas van a
cambiar ya lo verás, algún día podré salir de casa solo hay que esperar, te
sigo por si ocupas algo? - Ella lo mira ojos café, cabello revuelto, barba cerrada,
mirada transparente que no oculta mentiras, es un buen hombre, indeciso pero
bueno, lo besa rápidamente mientras se suelta al decirle - No, tranquilo me voy
sola.
V
El camino a
casa se volvió pesado, él no eligió lo que le toco vivir y eso parecía que
nadie podía entenderlo, Santiago pensó que quizá Yolanda lo entendería, de
todas maneras tenían algunas similitudes en sus vidas, ella aún vivía con sus
padres y eso significaba que la familia era muy importante para ella o al menos
eso pensó él o quizá supuso que para ella era sencillo comprender porque él debía de
hacerse cargo de los dos hijos menores de edad de su hermana muerta y de la
madre de ambos. Pero aunque a veces Yolanda parecía entenderlo en otras
ocasiones no lo hacía y se comportaba de forma egoísta con él y con la
situación. Jaime su sobrino mayor tenía catorce años y Pablo recién había
cumplido once, Sara, su hermana tenía dos años de haber muerto en forma imprevista,
en una situación que nadie ni imaginaba ni esperaba y doña Martha su madre ya
tenía más de setenta años y una colección de medicamentos diarios que tomar, él
era un conjunto de responsabilidades caminando y lo sabía muy bien, el papá de
los sobrinos no existía ni en papel ni en la vida real, Sara había sido madre
soltera y cuando ellos quedaron solos Santiago los adoptó como suyos, las cosas
habían ido mejorando en casa porque al inicio, ante la ausencia de la madre y
la incertidumbre del futuro Pablo y Jaime no sabrían que hacer, el mayor se
encerró en sí mismo y durante meses no habló con nadie, fue ante el regalo de
una iguana que su abuela le compro que Jaime empezó a conversar con ella en el
patio mientras la ponía a llevar el sol y le daba hojitas de lechuga y poco a
poco le contaba de la tristeza tan grande que había en su alma. Pablo el menor,
empezó a salir mal en la escuela y a buscar pelea con todos sus compañeros, la
frustración ante lo vivido quiso desviarlo del camino pero su tío Santiago lo
inscribió en futbol y ahora tenía entrenamiento los martes y los jueves en la
noche, partidos casi todos los sábados y su hermano Jaime se reunía con el club
de ciencia los viernes así que Lunes y miércoles eran las únicas noches
disponibles de Santiago y Yolanda pareció entenderlo al principio pero ahora
quería otra cosa.
Estaciona
el carro, aún es temprano, se asoma por la ventana de la sala, su madre está
viendo las noticias, los sobrinos terminan algo en los cuadernos, abre la
puerta y saluda cariñosamente a su realidad de vida, si pudiera talvez le
gustaría que Yolanda esté ahí pero sabe bien que no es eso lo que ella quiere.
Doña Martha
lo conoce demasiado bien y no quiere darle mas pesar porque eso omite
preguntarle si todo esta bien , ella sabe que no es fácil para su hijo hacerse
cargo de tanta responsabilidad y no solo por ella sino que Santiago paso en
termino de dos años de ser un hombre soltero que salía a disfrutar con sus
amigos todos los fines de semana a ser un encargado legal de dos menores de
edad en un momento determinante en sus vidas, por eso antes de acostarse
mientras revisa que los nietos hayan apagado los teléfonos como es debido pasa
por el cuarto de su hijo y le murmura ´¨Todo estará bien hijo ya verᨴ
Santiago lo agradece mientras ve el contacto de Yolanda en el celular y piensa
si podrán encontrar un equilibrio para ambos.
VI
Yolanda
llegó de mal humor a casa, no sabe cuanto tiempo más podrá estar así con
Santiago, viéndose a ratos, cuando se pueda, cuando tengan oportunidad, cuando
los compromisos de los sobrinos de Santiago lo permitan, no sabe si continuar
juntos sea lo más conveniente, para él, ellos siempre serán una prioridad, enojada
por esto, apenas saluda y se va a su cuarto, este diciembre estará de nuevo
sola ya lo supone, no habrá quien la acompañe en la cena navideña donde toda su
enorme familia estará, sospecha que Santiago se quedará en casa con sus
sobrinos y eso le molesta enormemente.
Virginia su
madre entra al cuarto con algo para que cene y mientras le pregunta por el día
va asumiendo que se vío con Santiago y las cosas no resultaron como su hija
deseaba. Yolanda vivía con sus padres, Virginia y Anselmo, sus cuatro hermanos
ya se habían ido de casa y cada uno había iniciado su propia familia, solían
llegar los domingos a inundar la casa de
los abuelos con los doce nietos que habían procreado, y Yolanda odiaba los
domingos de ruidos en casa, solía imaginar su vida ideal en una casa sola al
lado de Santiago sin nadie más que los molestara, pero ésa realidad estaba bien
lejos de cumplirse, con los sobrinos y la madre de Santiago tan presentes en su
vida, y si algo hay que admitir aquí es que Yolanda no se imaginaba acompañando
a dos adolescentes en su transición a su vida adulta, no sabía si era egoísmo
de su parte o no, solo que le daba mucho miedo tener que compartir el tiempo de
Santiago con alguien más, un poco triste por esto se acuesta a descansar sin
revisar siquiera si Santiago estaba en línea.
VII
Dejen que
les cuente un poco más de Yolanda, ella no es egoísta, tampoco de malos
sentimientos, es solo que siempre ha estado muy sola y se ha sentido
terriblemente abandonada desde pequeña,
no sabe muy bien porque pero desde niña tubo temor de que nadie la quisiera, a
pesar de que sus padres trataron de darle un hogar estable y bueno, Yolanda
siempre sintió que ella no era
suficiente, y que talvez nunca nadie podría amarla como ella lo deseaba, su
sueño fue construir un hogar con un hombre que la amara por encima de todas las
demás personas o cosas, que estuviera dispuesto a hacer mucho por ella, que
aguantara sus cambios de humor y sobre todo que la hiciera sentir que nunca se
iría de su lado, sí, Yolanda era complicada pero no la juzguemos tan
severamente a fin de cuentas que ser humano no desea amor incondicional para sí?
Solo que en el camino de su vida, sufrió más de lo que hubiera querido, un amor
inalcanzable de joven quien la miraba como su mejor amiga y nada más aunque
ella estaba dispuesta a lo que fuera por él, un amor aprovechado un poco más
grande, al cual le dio su vida entera y le pago deudas, doctores y demás, y
quien la hizo sufrir como ella jamás lo imagino, un par de amores más adelante cuyo
paso fue semejante al de una estrella fugaz y la dejo vacía y preguntándose por
qué nadie quería estar con ella, hasta que llego Santiago, el que enredaba direcciones, el que la llevo
a la playa mientras escuchaban Bread y su música de los años 70 por todo el
camino, quien le contó un poco de su historia de vida, de la ausencia de Alejandra
su hermana que amaba tanto y de Pablo y Jaime quienes llegaron con una carga de
responsabilidades bonitas y nuevas, Santiago que se dividía en muchas partes
para poder cumplir con todo y a quien ella no quería compartir con nadie.
Ese era el
problema, Yolanda quería iniciar una vida con Santiago, pero sin sus otras
responsabilidades y ella se lo había planteado, - Vámonos a vivir juntos- le
dijo un día que salían del cine. Él la miró pero no dijo nada, no entendió
quizá que ella tenía miedo de perder lo único bueno que creía haber recibido de
la vida
VIII
Pero bueno
igual como les conté de Yolanda ahora sigue Santiago, cuando uno menciona a
Santi (como le dicen los amigos) lo relaciona con fiesta, chistes, buen humor y
parranda, su amor siempre fueron su madre, hermana y sobrinos, pero sus amigos
también ocupaban un lugar importante en su vida, alegre, divertido, solía irse
de fiesta todos los fines de semana, no solía tener amores fijos, no desde que
descubrió que la única mujer que había
amado llevaba meses engañándolo hasta que el mismo la descubrió y no le quedó
más remedio que aceptarlo, a partir de ahí las relaciones se convirtieron en
citas ocasionales, hasta que conoció a Yolanda en el correo, una mañana
cualquiera donde tenía que ir a enviar un paquete de la empresa donde trabajaba
y le pareció agradable y dulce la mujer de cabello cobrizo y tatuajes en su
brazo, en la segunda visita se decidió a pedirle su número de teléfono y lo
demás solo se fue dando, Yolanda resultó una compañía esperanzadora, en medio
de su día a día conversar con ella le resultaba reconfortante y Santiago
agradecía tener con quien compartir otra realidad de vida.
Cuando
Yolanda le propuso irse a vivir juntos, él supo que quizás no buscaban lo
mismo, él no podía siquiera pensar en dejar a sus sobrinos a cargo de su madre,
y tampoco quería, la verdad, Jaime y Pablo se habían convertido en una parte
fundamental de su vida y disfrutaba mucho verlos hacer cosas que les gustaran
como el futbol y sentía que si Alejandra su hermana pudiera verlo estaría muy
orgulloso de él. No pudo decirle que no desde el principio así que solo fue
postergando la noticia hasta que ella insistió tanto que el no tuvo más remedio
que sincerarse.
Santiago lo
sabía, ella podía ser egoísta pero era la mujer que él quería, a veces se
sentía como un hámster corriendo en una rueda sin final.